Experiencia colectiva en torno a la creación de Juegos de Mesa

El Espejo, colectivo de trabajo sin patrón[1].

Partimos desde una voz colectiva que permite contar una experiencia -que en realidad son muchas-, en nuestro caso la creación de Juegos de Mesa (JM). Durante los 16 años que hacen a la historia de esta grupalidad, distintas trayectorias, saberes y sentipensares han atravesado nuestro andar. Consideramos valioso frenar para escribir(nos), reflexionar sobre lo transitado, pasar en limpio algunos de los debates que ordenan nuestra práctica.

 

Una de las certezas que hemos logrado construir es que “todo juego es político”: ¿Qué significa esto para nosotres? Sencillamente que jugar es una praxis, un lugar para disputar sentidos, problematizar la realidad que habitamos. Entendemos que esto sucede per se, seamos o no conscientes de ello, es entonces que invitamos a reflexionar: ¿cuánto de lúdico hay en la dominación y en la insurrección? ¿puede ser una forma de construir relaciones distintas o es un mero momento para la entretención?

 

Desde nuestro colectivo, confiamos en que jugar, permite descubrir y descubrirnos, dar cuenta de las matrices de aprendizaje viciadas por los valores del sistema social imperante, y así disponer de construcción de nuevas relaciones, de nuevos saberes, de nuevas subjetividades. Entonces, si jugar es hacer, podemos hablar de un “hacer lúdico”, que frente a lo instituido, lo burocrático, lo dogmático; propone el movimiento, la construcción, el debate, la tolerancia, la confrontación dialéctica, la incompletud y la creatividad (Algava, M. 2016).

 

No buscamos romantizar la práctica lúdica, ni darle un lugar exclusivo en las formas de lucha, sino asumir que es un espacio más – al igual que una marcha, una asamblea o una olla popular -, que posee, sin embargo, una serie de características que le otorgan cierta particularidad. La primera y principal, es que el juego es libertad, se juega porque se encuentra gusto y placer en ello; la segunda, es que el juego se nos presenta como un intermezzo en la vida cotidiana (Huizinga, J. 2007), es decir, posee un tiempo y espacio propio que escapa a la realidad ordinaria, no se aísla de la realidad material, sino que se superpone con ella.

 

Queremos rescatar aquí los aportes de la filósofa argentina Graciela Scheines en lo que respecta a la conceptualización del juego. La autora bahiense, sostiene que jugar no es una actividad como cualquier otra, “es tan mágica, es abrir la puerta prohibida, pasar al otro lado. Jugando se adquiere otra conciencia de sí mismo. La identidad se quiebra, aparece en fragmentos reiterados de uno mismo. La subjetividad se expande y se multiplica” (Scheines, G. 2017, 39).

 

Scheines sostiene que “jugar es fundar un orden” (Scheines, G. 2017, 53), y es aquí donde centraremos nuestra atención. En el juego, es necesario interrumpir el orden que rige la vida cotidiana. Los valores, las jerarquías, las convenciones deben quedar fuera del juego, sino no se puede jugar. Desarticular el orden del mundo, o vaciarlo, es la consigna para empezar a jugar, solo sobre el vacío podemos jugar (Scheines, G. 2017). El espacio lúdico se “superpone” al espacio material, por eso cada cosa puede presentársele al jugador sin prejuicios, sin historia e inagotable, por ejemplo, una silla puede convertirse en una nave espacial o un castillo, de la misma manera que una goma ardiendo en la ruta se transforma en algo más que un objeto enardecido, se vuelve un símbolo, da entidad y forma a sujetxs de protesta; así como una cacerola, fuera del espacio de la cocina, se convierte en algo más que un recipiente para hacer ricos pucheros.

 

Existe un gran vacío en lo que se refiere a la teorización sobre JM, a pesar de contar con una historicidad de varios miles de años[2], es en estos últimos tiempos que han dejado de ser un nicho para personas especializadas, popularizándose y convirtiéndose en un lugar común de encuentro y reunión. La pandemia y el aislamiento obligatorio (para los sectores de la sociedad que pudieron hacerlo), también implicó un “incentivo” para la expansión de distintos dispositivos lúdicos en general y de los JM en particular.

 

Desde El Espejo proponemos juegos que expresen otras formas de habitar el mundo, de modo más solidario, consciente de las injusticias que existen, que habilite la pregunta sobre cómo y porqué es necesario cambiarlas. Esta no es una tarea sencilla y cómoda, sin embargo, en esta apuesta nos encontramos, y lo hacemos desde abajo, reflexionando y compartiendo con otres, caminando juntes. Nos organizamos horizontalmente como trabajadorxs, proponiendo el trabajo digno y la autogestión, fue así que junto a lxs compañerxs del Almacén Andante, conformamos la Cooperativa de Trabajo La Chipica. Anduvimos en conjunto, caminamos con otras cooperativas y organizaciones. Todas estas experiencias nos llevaron a formar parte de un proyecto mayor, que nos contiene política y organizativamente, el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL).

 

Nos organizamos porque somos trabajadorxs, lo entendemos como una necesidad histórica y también como un deseo. Organizades hemos encontrado una mano para que el día a día sea un poco más amable. Organizadas, construimos comunidad allí donde se incita al individualismo y el aislamiento. Organizades construimos juegos de mesa para recrear nuevos mundos. Los títulos que componen nuestra propuesta lúdica, expresan distintos momentos, debates y devenires, con todos invitamos a problematizar el mundo que nos rodea.

 

Uno de los debates clásicos en lo que hace a la recreación en general y JM en particular, es el de medio-fin; por un lado, aquellas personas o colectivos que defienden el juego como herramienta, y por otro, les que defienden el jugar por jugar, el juego como fin en sí mismo. Debate extenso para desarrollar en poco espacio, podemos decir que el juego como herramienta hace referencia a que los dispositivos lúdicos de cualquier índole (JM, recreación, dinámicas, etc.), pueden ser “usados” para otros fines. Dentro de este universo, la práctica pedagógica-escolar es la más explícita: se juega para aprender, se juega “para”, es decir, el objetivo no es jugar, sino está en otro lado, aprender matemáticas, ciencias sociales, etc.

 

También en espacios educativos que no forman parte del sistema formal, existen visiones muy avanzadas sobre el jugar para: jugamos para problematizar la realidad, para deconstruir nuestras prácticas, para conocer distintas problemáticas. El camino andado nos lleva a reflexionar sobre estas cosas: ¿se puede jugar con objetivos por fuera del juego mismo? ¿se puede hacer juego que no sea para jugar? La respuesta que hemos construido, es que sí, por supuesto es posible.

 

Por otro lado, nos encontramos con el juego como fin en sí mismo, es decir, el juego sin mediaciones, improductivo, desprejuiciado como puede ser el juego en el recreo de la escuela, en una juntada con amigues o en una plaza bajo el sol de primavera. De nuevo las preguntas, ¿es este un jugar puro? ¿es posible jugar en sí mismo, desprejuiciado? ¿no hay cosas que se nos escapan al mismo tiempo? Quizá tengamos más interrogantes que respuestas. Partiendo de nuestra práctica, creemos que no hay verdades absolutas.

 

Colectivamente hemos pendulado de un lado a otro y creemos que lo importante es hacer consciente esta contradicción y entonces ubicarse en el lugar que se quiera. Puede suceder que el juego que propusimos con un objetivo determinado no sirva para eso y nos lleve hacia otros lugares; o el jugar por jugar permita reflexiones que excedan la práctica misma, aunque no haya sido el fin último. Todos estos debates son necesarios, desde El Espejo como creadoras de juegos de mesa, intentamos ser responsables y consecuentes, pues en nuestro caso, se materializará en un objeto concreto y reproducible por cientos[3].

 

Se hace necesario mencionar en este breve recorrido, las experiencias construidas en torno a las Noches de Juegos de Mesa (NJM), que realizamos el primer sábado de cada mes hace 5 años, en nuestro espacio, La Casita Colectiva, centro social, cultural y de trabajo, ubicado en el departamento de Guaymallén, que compartimos con otros colectivos. Se dispone una gran mesa en que ubicamos distintos tipos de JM, propios, locales, nacionales e internacionales. Estos encuentros nos permiten cerrar el círculo (dinámico) de los juegos, ya que compartimos como jugadoras, nos abrimos al diálogo y a la interpelación. La NJM es organizada junto con les compañeres del Almacén Andante. Disponemos de bebidas y comida de la economía popular, social y autogestiva para hacer la velada más cómoda y gustosa.

 

Jean Duvignaud menciona que la calle tomada y transformada momentáneamente en campo de futbol gracias a dos piedras determina también un desafío a los poderes (Duvignaud, J. 1982); frente a la ausencia de lugares “apropiados” para el despliegue de la práctica lúdica y deportiva, las calles se llenan de juegos y jugadoras. Por nuestra parte, transformamos nuestro espacio de trabajo y organización, en un lugar de encuentro y celebración, encontrándonos como jugadores y creadorxs.

 

Para cerrar, queremos remarcar que para nosotrxs, la potencia del juego se encuentra en su poder de creación e inventiva, permite comprometerse con nuevas reglas y desafiar las instituidas, es siempre acción para la transformación. Mariano Alvaga dice al respecto que “…en la raíz del impulso lúdico, está la tendencia a ensayar combinaciones nuevas, a explorar con el cuerpo, con la mente, jugar constituye una fuerza y una actitud inseparable de todo intento de transformación” (Alvaga, M. 2016, 65). Consideramos imprescindible avanzar en la creación de experiencias que habiliten la superación de prácticas domesticadoras y/o disciplinadoras, avanzando en propuestas que busquen la articulación, que sean creativas y que amplíen y profundicen el conjunto de las culturas de la rebeldía forjadas en los últimos años (Korol, C. 2007).

 

Por último, nos sentimos convocades a participar de esta propuesta, en tanto comprendemos que el JM combina en su interior una serie de dimensiones que lo hacen complejo: arte y diseño, recreación y juego, encuentro e introspección. Nuestros juegos buscan habilitar la pregunta y la curiosidad, lo decimos con total humildad y tranquilidad, después de varios años de andar por aquí: todo juego es político y toda lucha es lúdica. Los juegos nos permiten interiorizarnos en nuestros vínculos personales y sociales, además, sólo en él se está en libertad de ser creadores. Para nosotrxs, jugar permite imaginar nuevas formas de habitar el espacio que nos rodea, haciendo posible el soñar y creer en que aún es posible construir un mundo donde quepan muchos mundos.

 

Referencias bibliográficas

–         Alvaga, Mariano. 2016. La dimensión lúdica de la educación popular, en Pedagogía de las revoluciones. CABA: América Libre.

–          Duvignaud, Jean. 1982. El juego del juego. México: Fondo de Cultura Económica.

–          Huizinga, Johan. 2007. Homo Ludes. Buenos Aires: Emecé Editores S.A.

–    Korol, Claudia. 2007. La formación política de los movimientos populares latinoamericanos. OSAL, Año VIII, Nº 22, septiembre, 227-240. Buenos Aires: CLACSO. Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/osal/osal22/EMS22Korol.pdf

–          Scheines, Graciela. 2017. Juegos inocentes, Juegos Terribles. CABA: Espíritu Guerrero.

 


[1] El Espejo en la actualidad somos: Mariana Mendoza, Marcela Judith Fernandez, Romina Fernandez, María Fernanda Ferrari, Marina Masramón, Paula Coria, Ernesto Huerta Sosa.

[2] Los juegos de mesa más antiguos que se conocen son; el Senet del Antiguo Egipto y el Uhr mesopotámico, ambos datan de 2600 años a.C.

[3] En los 16 años que hacen a la historia de nuestro colectivo, hemos impreso y distribuido más de 30.000 juegos.

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