Nosotres

Cooperativa de trabajo sin patrón

¿Quiénes somos?

El Espejo es un espacio colectivo de trabajo autogestivo
y sin patrón, con más de 13 años de vida. Iniciamos con
la realización de cuadernos artesanales y de agendas.
Con el tiempo sumamos ideas y productos, entre ellos:
una sección de imprenta, un taller textil, incluyendo
serigrafía, y una línea de juegos de mesa, armando
talleres lúdicos.
En nuestro camino nos cruzamos con El Almacén
Andante, comercializadora de la Economía Social y
Solidaria, y decidimos conformar la cooperativa La
Chipica en el 2013. Nuestro punto de encuentro es un
espacio sociocultural que aglutina diferentes grupos y
organizaciones llamado La Casita Colectiva, en
Guaymallén, Mendoza. Este espacio pretende ser un
colectivo de colectivos, en donde compartimos además
de un espacio físico un proyecto social, cultural y
comunitario.
Como cooperativa nos sumamos al Frente de
Organizaciones en Lucha (FOL) en el año 2015, por
considerarnos trabajadorxs desocupadxs, vecinxs,
jóvenes, estudiantes, trabajadorxs precarizades. Y desde
estas condiciones que hacen al pueblo trabajador nos
proponemos luchar y resistir, adoptando
posicionamientos políticos ante la realidad en que
vivimos.

¿Qué hacemos?

Actualmente, co-construimos el diseño y el arte de
cuadernos artesanales, juegos de mesa y talleres sobre
distintos saberes. Todas nuestras creaciones son
gestadas desde el debate político sobre el sentido del
juego y su impacto como herramienta pedagógica, para
repensar las realidades que vivimos. Buscamos invitar a
un debate político para combatir las relaciones de
explotación y desigualdad, y pretendemos reflexionar
desde el compañerismo, el encuentro, la solidaridad y el
respeto, y sobre todo buscamos recrear mundos.
Algunas experiencias como colectivo son:
• Hasta el momento hemos creado 9 títulos: Espejados,
Adivina qué tengo, Punta de la Lengua (versión jóvenes
y difícil), Ya-La-Vi, Gira-Gira, Caminando, Warmis, La
Aventura de Olivia y Cukito

• Organización de Noche de Juegos de Mesa en conjunto
con El Almacén Andante en La Casita Colectiva (2016-
2019)
• Participación en el Cabildo de juego, Arte y Cultura
(2010 y 2011)
• Los Juegos Ya-La-Vi y Gira-Gira son declarados de
interés cultural por la Cámara de Diputados(Resolución:
N° 352)
• Hemos vendido más de 30.000 juegos entre todos
nuestros títulos
• Participación del Encuentro Internacional de
Pedagogía Social como expositorxs (Mza, 2019)
• Elaboración del Taller de Herramientas Lúdicas en
Educación Primaria dictado en el SUTE (Mza 2019)
• Participación del Embrollo de Juego (2019)
• Talleristas en el primer módulo del Seminario de
Posgrado sobre los Desafíos Actuales de la Educación
dictado por Carlos Rodriguez Brandao en la UNCuyo
(Mza 2019)
• Participación de varios Encuentros Nacional de Juegos
de Mesa (desde el 4° al 10°)
• Ganadorxs del Premio Poncho a mejor juego Infantil
con el juego Adivina qué tengo (2020)
• Elaboración y talleristas de encuentros sobre
Herramientas lúdicas para distintos espacios
territoriales, asambleas, organizaciones sociales (2021)

¿Qué proponemos?

Entendemos que el juego y el jugar son fundamentales
para transitar la vida. Nuestra práctica actual como
colectivo se centra en repensar la importancia lúdica
para pensar en las distintas dimensiones que hacen a la
vida social e individual, subjetiva y colectiva.
Todo juego es político, contiene símbolos y significados,
reglas y desafíos que ponen sobre la mesa distintas
concepciones sobre la realidad. Revisando nuestra
historia, nos encontramos con una significativa cantidad
de dispositivos lúdicos que hacen a nuestra cultura:
desde las rondas de niñes con el arroz con leche,
pasando por juegos de mesa como El Estanciero, y
llegando a los naipes que se ordenan para jugar al truco,
encontramos distintas construcciones sociales que
hacen a nuestra sociedad, sus códigos y su historia.
En ese sentido, los nueves juegos que hemos realizado
como colectivo, se posicionan sobre distintos temas de
manera también explícita. A través de los mismo
queremos problematizar distintos debates sociales que
hacen a la cotidianidad: por ejemplo, en el juego Adiviná
qué tengo podemos encontrar cartas que muestran una
industria contaminando las aguas y otra que habla sobre
comunidad, la familia o el trabajo. Por otro lado, en el
Espejados, encontramos símbolos como la bandera
mapuche, o figuras como Paulo Freire y Mercedes Sosa.
Cada vez que se juega se ponen en tensión experiencias,
trayectorias y posiciones distintas. Muchas veces se
ponen en discusión distintas cuestiones que exceden al

juego como tal, y allí se centra una riqueza que muchas
veces nos excede, pero que tenemos que ser
conscientes para abordarla en la medida de nuestros
conocimientos y sentires.
En los distintos encuentros que venimos transitando
como colectivo, las discusiones en torno a la práctica
lúdica se encuentran constante: ¿se puede pensar en
juegos qué sirvan para otros fines más allá del juego
mismo?, la respuesta que hemos encontrado es que sí,
es posible. Se trata de “usar” al juego, su potencialidad
por fuera de cánones establecidos, existe allí mucha
potencia pedagógica para trabajar.
También valoramos el juego en sí, es decir, jugar por
jugar. Confiamos en que es necesario gestar espacios
lúdicos y dejarse llevar por los mismos, como
coordinadorxs ser parte de la dinámica, como profesorxs
asumirnos jugadorxs, sencillamente porque en el juego
libre se visualiza nuestro ser, nuestra forma de entender
la vida y sus valores.
Rescatamos las palabras de Graciela Scheines, quién en
su obra Juegos inocentes, juegos terribles (2017) dice:
“jugar no es una actividad como cualquier otra, es tan
mágica, es abrir la puerta prohibida, pasar al otro lado.
Jugando se adquiere otra conciencia de sí mismo. La
identidad se quiebra, aparece en fragmentos reiterados
de uno mismo. La subjetividad se expande, y se
multiplica”.

Jugar y jugarse es parte de nuestra apuesta como
colectivo, buscando la construcción de un mundo más
amable y menos cruel y principalmente, más lúdico.
La Noche de Juegos de Mesa es una nuestras apuestas,
que consiste en abrir La Casita Colectiva para que la
gente pueda jugar juegos de mesas, comer y pasar un
buen momento compartiendo un espacio lúdico. La
propuesta incluye una mesa llena de juegos que no se
encuentran en las jugueterías, sino juegos alternativos
del país y del resto del mundo. Donde las explicaciones
y experiencias sobre los diferentes juegos también se
ponen sobre la mesa.
Este espacio es clave para terminar de cerrar el círculo
(dinámico) de los juegos de mesas, porque apuesta a la
difusión, a los aprendizajes, a los acompañamientos, a
los encuentros de un viaje lúdico hacia nuevos mundos
posibles. Es muy interesante la experiencia para
personas que nunca jugaron a otra cosa que no sea las
cartas o el estanciero, aprender un juego nuevo, lleno de
novedades, en un ambiente exclusivo para eso, con
gente desconocida (si se unen dos grupos) y ver como
fluye todo en ese viaje a un mundo con otros códigos,
un mundo lleno de imaginación, donde se pueden
atrever a romper las barreras de esta sociedad.